La cerveza en la Edad Moderna
El fin de la Edad Media dio paso a la Edad Moderna, lo que significa que la cerveza ya no era atributo exclusivo de la Iglesia. Los laicos también elaboran cerveza. Es más, la Revolución Francesa de 1789 afectó a las cervezas de abadía, ya que trajo consigo el anticlericalismo, la confiscación de monasterios y la huida de monjes.
También fue en la Edad Moderna cuando comenzó la legislación en torno a la elaboración de cerveza. Tal vez la norma más conocida sea la Ley de Pureza de 1516 por la que Guillermo IV estandarizó su elaboración en base a tres ingredientes: agua, malta de cebada y lúpulo. Con la desaparición progresiva del poder feudal en favor de la burguesía encontramos también los primeros artesanos, y con ellos las asociaciones gremiales. Nacieron en la Edad Moderna los primeros gremios de cerveceros, como por ejemplo la Casa de los Cerveceros de Bruselas, que imponían sus propias normas.
Asimismo, nace la leyenda de Gambrinus. Hay distintas versiones sobre este personaje. La mayoría coincide en que fue un rey, o al menos un noble. La más romántica de las historias sostiene que Gambrinus era un humilde violinista que, incapaz de seducir a su amada, decide pactar con el diablo. Sin embargo, el diablo le responde que el amor es lo único que escapa a su control, pero que puede ayudarle a olvidar el amor a cambio de su alma. El diablo ayuda a Gambrinus a fabricar cerveza, y entonces él ya no recuerda a su amada. Cuando Gambrinus muere, el diablo solo encuentra un barril de cerveza.
Tal vez uno de los grandes avances cerveceros de la Edad Moderna sea el descubrimiento de la baja fermentación y de las cervezas lager en consecuencia. En Múnich, las cervezas maduraban en cuevas heladas, de manera que la fermentación de la cerveza era más lenta y se dilataba en el tiempo. Estos depósitos fríos donde se guardaba la cerveza en los meses de calor reciben el nombre que en castellano interpretamos como “lagar”. El resultado es una cerveza más cristalina que más tarde conquistó el globo.
Fue en la Edad Moderna cuando el uso del lúpulo como aditivo a la cerveza se hizo extensivo en Europa. De hecho, el Parlamento Británico acordó en el siglo XVIII que el lúpulo sería el único ingrediente permitido para amargar la cerveza.
Si ponemos el foco en la península ibérica, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico mandó construir fábricas y trajo consigo maestros cerveceros para así disfrutar de la cerveza europea. Lejos de que esto supusiera la expansión de dicha bebida, lo cierto es que el consumo de cerveza era exclusivo de la corte.
Como vemos, la Edad Moderna fue una etapa de cambio para la cerveza en Europa, donde se consolida en la mayoría de los territorios como una bebida más próxima a la que podemos beber hoy día.