Las botellas de CO2 alimentario, solución a la crisis del gas
No es el cereal, tampoco el lúpulo. Ni siquiera el agua o la levadura. La actual crisis del sector cervecero viene por la escasez de CO2 alimentario. Una carambola en el entorno geopolítico, cada vez más complejo, ha trastocado las cadenas de suministro de un insumo que a menudo pasa desapercibido para el consumidor.
Hasta el comienzo de la invasión en febrero de 2022, Ucrania y Rusia eran dos de los mayores exportadores de fertilizantes a nivel mundial, y en consecuencia de CO2 para uso alimentario; ya que esta misma industria es la que genera dióxido de carbono como un subproducto de la fabricación de amoniaco.
En consecuencia, Europa y Estados Unidos han perdido sus grandes proveedores de anhídrido carbónico. La situación es realmente grave si tenemos en cuenta que este suministro es imprescindible para contrapresionar la cerveza de barril hasta los tiradores de los bares. En pocas palabras, nos quedamos sin cañas. Bueno, no es tan drástico.
Lo cierto sí es que los grandes centros de producción lo van a pasar mal. Aunque la fermentación de la cerveza origina su propio gas carbónico, la mayoría de cerveceras industriales españolas inyectan CO2 artificial en la bebida para estandarizar el resultado final. Al no haber una refermentación en botella, así se logra que el producto llegue al consumidor con la misma gasificación en cualquier lugar y en cualquier momento.
Si bien las cerveceras artesanales no recurren a la carbonatación forzada, siguen teniendo el mismo problema de suministro a la hora de servir su producto en grifo, tanto si tienen una zona de degustación o quieren posicionar la marca en ferias a través de grifos portátiles. Además, la escasez de CO2 es un problema global que afecta de lleno al sector de la hostelería, la punta de lanza de la cadena de valor.
Dueños de bares y restaurantes llevan con el agua al cuello desde marzo de 2020, cuando comenzó el confinamiento en España por la pandemia del Covid-19. Desde entonces, los brotes verdes no se han materializado en un sector fuerte, sino que han sido los propietarios quienes han asumido en parte la escalada de costes. Estos incrementos pronto tendrán que repercutirlos en el cliente.
Un problema que nadie había caído desde el inicio de esta crisis. Para paliar esta contingencia, en Install Beer hemos incorporado al catálogo botellas y cartuchos de CO2. Por ejemplo, una botella de 1.300 gramos de bióxido de carbono puede dar salida hasta a 7 u 8 barriles de 30 litros. Esta solución permite a los pequeños hosteleros dispensar cerveza sin interrupción ni contratiempos.