Las contaminaciones que no querrás cuando elaboras cerveza
Nos gusta la cerveza, y nos gusta que esté en perfectas condiciones. Sin embargo, a veces sucede que nuestra bebida tiene sabores y olores desagradables. En este caso, lo más probable es que la cerveza esté contaminada. Presta atención a la siguiente lista de contaminaciones que, si te descuidas, pueden echarla a perder.
- Acetato de isoamilo: en determinadas cantidades es aceptable, pues otorga el sabor a banana típico de las cervezas de trigo. Sin embargo, en altas concentraciones puede resultar desagradable.
- Acetaldehído: este subproducto en la generación de alcohol producirá un sabor entre herbal y avinagrado a la cerveza.
- Ácido acético: aporta un sabor avinagrado a la cerveza. La causa más probable es una contaminación bacteriana. Conviene desinfectar todo el equipo si se percibe.
- Ácido butírico: esta contaminación recuerda al queso o a la mantequilla en mal estado. La principal causa es un exceso de almidón que no ha se ha convertido en azúcar fermentable.
- Ácido caprílico: percibimos sabores jabonosos que harán de nuestra cerveza un líquido desagradable.
- Ácido isovalérico: percibimos un aroma a queso y a sudor. Hemos de comprobar que el lúpulo sea fresco y que no haya comenzado a oxidarse.
- Ácido láctico: un sabor agrio que recuerda a yogur invade nuestra cerveza. En este caso, lo más probable es una contaminación bacteriana.
- Diacetilo: una fermentación débil provoca que este compuesto permanezca en la cerveza. Para evitar el sabor a mantequilla, conviene realizar una fermentación bien oxigenada.
- DMS: la mayoría de cervezas Lager contienen DMS (sulfuro de dimetilo), pero en exceso genera sabor rancio. Recuerda al ajo. Basta con enfriar rápido el mosto y mantener la cuba abierta durante la cocción para evitar esta contaminación.
- Etanol y alcoholes superiores: notamos calor en boca y garganta. Este tipo de alcoholes son indeseables porque son la principal causa de las resacas.
- Indol: este compuesto provoca aroma fecal en la cerveza y puede acarrear problemas estomacales. Por ello hemos de vigilar una posible infección de los depósitos e higienizarlos.
- Mercaptano: llama la atención por su olor a azufre y a huevos podridos. Suele deberse a la degeneración de los alfa ácidos del lúpulo en contacto con la luz. Por ello, conviene guardar las botellas a oscuras.
- Metálico: el sabor metálico en la cerveza nunca es agradable. Para evitarlo, conviene preservarla en continentes de acero inoxidable y controlar los metales que contiene el agua.
- Mohoso: lo más probable es que nuestra cerveza esté oxidada o lleve mucho tiempo guardada en malas condiciones.
- Sabor a papel: aparece generalmente por la oxidación de la cerveza y recuerda al olor del papel mojado.
- Sobrecarbonatación: puede que sea la contaminación más frecuente en la cerveza. se traduce en exceso de gas. Sucede cuando se añade demasiado azúcar durante la maduración.
Ahora ya conoces las principales contaminaciones que afectan a la cerveza artesana. Unas tienen su origen en la elaboración de cerveza, mientras que otras se producen en el dispensado (limpieza), pero todas pueden arruinarla. A partir de ahora podrás detectarlas con facilidad.